lunes, 9 de noviembre de 2020

De lo que va la Melancolía (Experiencia personal)

 La melancolía es un dolor poco explicable. No puede existir una causa precisa de su existencia; podría llegar a ser, de intentar describirlo, un cúmulo de dolencias imaginarias que se mantienen presentes en el cuerpo y mente toda tu vida. Existe la posibilidad que la causa sea el origen de un terrible mal, pero este mal carcome toda conciencia lógica y se vuelve en una plena emoción que difama todo el carácter del sujeto.

    Sus síntomas nunca serán claros según la persona. Un tema general ante las emociones que se presentan es una angustia ante la soledad: el dolor de estar solo y  la irritación de no poder estar solo. Su esencia es el color azul oscuro, con unos destellos nocturnos de púrpura. Su sentir siempre estará explicado como una profundidad abismal y casi no existe nada que pueda evitarlo. La melancolía, en si, se convierte en un eterno hoyo negro que arrasa con las habilidades del desdichado; por lo tanto, hay una eterna búsqueda por poder levantarse. Aunque, la melancolía, es un ente que se aferra al afectado: su ventaja es abrazarlo, disolverse en sus músculos y huesos y absorberlo, succionarlos hasta dejarlos secos.

    En su mayoría es más fácil quedarse en cama y apagar el dolor con lágrimas. Pero existe una eterna batalla en el querer llorar y que la misma melancolía no te permita dejar salir ni una sola lágrima. La melancolía, en si, no afecta todos los días, pero existen temporadas en las llega o sólo se acentúa. Si llegara a ser así y la persona logra levantarse de la cama, entonces inicia la batalla: todo el cuerpo se convierte en una estructura frágil y sensible; las emociones son muy débiles y volubles, pero la reacción tiene que ser falsa. Es imperativo que la persona pretenda encontrarse bien porque a pesar del dolor, existe la noción de que los demás no tienen la culpa. Es por ende que se necesita, quizás no sonreír, pero quedar callado y aparentar. Es necesario no dejar que el dolor emocional y físico se convierta en algo que lastime a otros.

    La guerra está ahí y no todas las batallas se ganan. Y dependiendo de que tan fuerte sea la melancolía ese día, existe la posibilidad que el simple echo de tratar de caminar te lo impida la enfermedad. Se vuelve en una rutina biomecánica de envejecimiento maligno. Sin importar la edad del sujeto, los músculos se sienten atrofiados y es sólo el hueso el que es capaz de dar movilidad. El sentir de un terrible envejecimiento con todos los males que la persona puede imaginarse puede llegar a ser bastante fastidioso.

    No existe una solución personal para combatir la melancolía. Depende de cada enfermo. El amor puede llegar a ser una esperanza que distraiga a ese ente. El hablarlo y expresarlo es una forma de disiparlo, pero al final, la melancolía, siempre estará ahí convirtiéndose en el peor enemigo y con el paso tiempo se volverá, también, en el mejor aliado que se pueda tener.


La melancolía, es dolor.

domingo, 12 de abril de 2020

El Deseo, el Árbol y la Ruina.

- Cierra los ojos. Imagina que no hay nada ni nadie. Dime, si pudieras pedir un deseo, ¿Qué desearías?

- Desearía que estuvieras frente a mi. Desearía que pudiera mirarte a los ojos y verte de nuevo. Acercarme y besarte. Poder sentir tu cabello en mi cara aunque te sonrojes y te de pena que se alborote cuando estoy presente. Te besaría, aunque no sepas besar. Te besaría, aunque entiendo que tus besos no son iguales a los míos. Sin importar nada, es tu mirada y tu sonrisa lo que me hace quedarme. Es tu silencio y voz interna lo que me provoca querer más de ti.

Desearía,... entonces, estar a tu lado aunque fuese sólo un día mas.

- ¿ Qué harías después de que se cumpliera el deseo? ¿Qué harías si te quedases en soledad en este espacio oscuro y sin nadie con quién hablar?

- Me abrazaría. Me quedaría en plena quietud. Trataría de escuchar si es que existe algo más que yo. Querría descubrir si pudiese escuchar el sonido de un ave volar. Necesitaría oír la risa o grito de algún infante al jugar.

-¿Y si no hay nadie más? ¿Qué harías si te descubrieras en una soledad donde existes sólo tú y nada más?

- Me abriría los brazos para descubrir mis venas. Jalaría cada hilo de mi ser, cada pulsación, cada gota de sangre, cada toque eléctrico que quede en mi cuerpo para construir un árbol de venas. Trataría de plantarlo con el último suspiro que tuviera. Haría de mi corazón la semilla y de mis venas el tronco y ramas.
    Reforzaría el árbol con mis demás órganos. Amarraría con mis intestinos cada fibra y pondría mi cerebro en la punta del árbol... lo colocaría ahí con la esperanza de que algún día pueda ver el sol, pueda ver una esperanza.

Siempre con el corazón resguardado de todo y sosteniendo la integridad de aquel árbol.

Dejaría que palpitara y permaneciera vivo, Hasta que mi última presencia humana desapareciera con el último suspiro de mi alma.

- ¿ Qué harías si no estuvieras en soledad? ¿Que harías si tu primer deseo se cumpliera pero sólo tendría hasta la noche para vivir?

- Eres cruel. Eres muy cruel. No me alcanzarían las horas, los minutos, los segundos, ni el tiempo más lento del mundo para querer estar ante ti y descubrirte y re-descubrirte una y otra vez. Tendría en mis manos tu rostro para estar cerca. Te vería y te inspeccionaría. Memorizaría cada gesto, cada arruga, cada cicatriz, cada lunar, cada mancha con tal de nunca olvidarte.

Eres cruel, eres muy cruel... y a su vez, es la última oportunidad de sentirte y escucharte. Te vería y escucharía. Querría escuchar tu hablar, tus expresiones, tus modismos y sonrisas. Te querría ver con enfado, con angustia y con deseo.Te quisiera aquí en este espacio oscuro de la forma más egoísta que exista para tenerte y no tenerte, para desearte como de mi y a la vez saberte libre de abandonarme si así lo desearas.

Eres cruel, muy cruel. Limpiaría sin cesar tu imagen existente con mi olfato: desde tu ropa hasta tu piel, desde tu cabello hasta tus pensamientos. No me cansaría de ti en ningún momento, porque en ese instante que se que dejarás de existir, sabré que te amo.

Sabría tumbar aquel árbol que hubiese construido para sólo saberte con bien. Arrancaría la semilla, que es mi corazón, para ofrecerla en sacrificio por caer en la cuenta que continuarás aquí. Te abrazaría al final, para convertirme en una enredadera y así absorber tus últimos pulsos y resguardarlos en la memoria de mi cuerpo hasta que la noche acabe con ambos.

- Abre los ojos. Recuerda: yo no existo, eres sólo tú quien has creado aquella imagen de mi que nunca fue.



domingo, 10 de diciembre de 2017

Melancolía

Paredes frías y húmedas. Un anochecer azul donde sólo las cigarras e insectos hacen comandar su armonía. ¿Porqué estoy aquí?, ¿qué fue lo último que recuerdo? Todo se encuentra tan tranquilo en esta oscuridad que me acurruca con su invierno. Pero, entonces, una pulsión que me arrebata el alma.
Una sensación de estrés que me provoca angustia y desesperación: dolor.

Dolor que no había sentido por siglos; dolor ahora, después de estar encerrada; dolor después de haber extraviado mi piel; dolor después de haber extraviado músculos y ligamentos...después de haber muerto.

Me encuentro aquí "viviendo" y la traición de Majárova había sido imperdonable, bruja que maldigo con toda la furia que este sentimiento me resucita. Sólo la emoción, la pulsión, el frenesí,  me hace exaltar y raspar la pared frente a mi. Aquella cama, aquél emparedamiento que me mantenía acorralada entre mi mente, mi feroz infelicidad y el deseo de vivir.

Las rocas caen, la pared se despedaza y salgo a la luz de la luna después de más de un siglo. Veo a mi al rededor excitada, con tan sólo un ojo en mi órbita que me permite sentenciar lo que para mi representa el futuro. El presente.

Darvulia... tus pastelillos hicieron su trabajo pero no como yo habría querido. Cuando te tenía en este mi castillo, que ahora se encuentra en escombros, tu tarea era mantenerme joven, pero ahora noto que lo único que permitió tu hechicería fue prevalecer este cuerpo, atrasar el paso de su  descomposición... mantenerme aún conservada ante los ojos de un dios vengativo... y ahora sigo viva a causa de mi orgullo y mi notable uso de la magia negra a la que me exigías nunca adentrarme.

Majárova... bruja negra, bruja dragón, bruja loba, bruja que te arriesgaste a usar tu antigua magia en mi... ¿acaso fui sólo experimento? usar sangre de virgen jamás permitió que al verme en el espejo me mantuviera joven.. me mantuviera como el mismo día que Thurzó murió. Es sólo esta desesperación que tras siglos de sobrevivir muerta en un cuerpo vivo, ahora soy un monstruo, un cadáver que apenas logra caminar y arrastrarse ya que ha perdido sus funciones vitales... pero que a pesar de todos estos años mi cuerpo se conserva y no es sólo polvo.

Frente a mi... un cuerpo, una bella mujer con un hoyo en el cráneo...algo en lo último de su escencia me hace llamar. Me arrastro hacia ella. Toco su cabello ensangrentado... y mi cuerpo se electrifica al momento del tacto. Como loba y asesina, mi instinto me lleva a morder el cuerpo de aquel ser moribundo. Mis colmillos se entierran para permitir la sangre brotar y mi gusto comienza a resucitar un sabor que había probado hace sólo unos momentos por accidente.

Comienzo a rasgar la piel blanca y terza de la joven muerta. Sólo frío y calor se apodara de mi cuerpo
para terminar en una impertinente excitación. Mi lengua carcomida por el tiempo,recorre todo el cuerpo que ahora es rojo, un hermoso color rojo que baña mi viejo cuerpo momificado. La sangre... la sangre que alguna vez estuvo viva y que tomé cálida y fresca... ahora está fría... y mientras este frío invita a la muerte a llevarse el alma de la joven doncella, la maldición de Majórova recorre mis venas llevando mi cuerpo a recuperar lo perdido.

El sabor de los pastelillos de setas y hierbas de Darvulia se impregnan en mi paladar. Siento como mi cuerpo recupera su forma ante mi último recuerdo y como el hambre se aloja en mi mente. Simplemente respiro profundamente y observo al horizonte. Reconozco el cuerpo de la virgen que está a mis pies reconociendo el acto de asesinato y violación...

He regresado y veo que la luna me recibe llena de dicha en este nuevo siglo. Tendré que ver este nuevo futuro y evitar los espejos que me muestran un pasado que prefiero no recordar. Tendré que buscar a mi familia, a los hijos de mis hijas para descubrir lo que nuestro futuro, mi amado Thurzó, repercutió a nuestra familia. Nuestros enemigos pagarán por sus actos, nuestro nombre será reconocido nuevamente y mi alma no descansará hasta encontrar la paz que merecemos. Al fin y al cabo es mi maldición, la melancolía, la que siempre me mantendrá viva.

viernes, 21 de julio de 2017

Dios

DIOS

Humedad. Densa y terrible humedad negra. Sólo el vacío entre el sabor a sal y la piel que se va inchando. Sólo unas pocas burbujas de oxígeno para terminar esta soledad llena de una inmensa mano que cubre todo mi cuerpo llamado mar.

Pequeños rayos de sol puedo vislumbrar, hasta que siento un roce entre mis piernas. Una singular delicadeza que rodea los dedos de mis pies. Me asusto, aunque no debería ya que busco un fin por este medio; sin importar cual sea la circunstancia que  ha de ser, pero que simplemente suceda.

Ardor. Un enorme ardor por mi pierna. Un ardor no provocado por una picadura ni por algún veneno,
sino por una larga humedad que toca mis piernas. Acercándose al fondo de mis ropas, que nadan con las olas del mar, decido abrir los ojos hacia el fondo del abismo para ver cuál sería mi destino; y sólo, por un momento, veo un enorme pulpo que se acerca para sumergirme en el fondo del océano. Una criatura gigantesca que con su mirada animal sólo me sostiene para llevarme más abajo.

Permito que suceda a pesar del calor que me provoca. De repente, me rodea uno de sus tentáculos
a mi cintura. Ajustándose como una serpiente, con su húmeda y viscosa fuerza tratando de romperme. Yo llorando como tal femenina, permitiendo que mis lágrimas se mezclen con las del mar;
entonces, tras el sufrimiento, otro tentáculo busca entre mis ropas: inspecciona lo que para aquello es desconocido. Atrevidamente introduce sus pequeñas ventosas en mi cuerpo dándome un llanto eterno
del que había olvidado. Sintiendo una manipulación en aquellos genitales que tanto aborrezco. Usando sus ventosas, siento como succionan los pliegues de mi sexo tratando de inspeccionar el orificio de mi feminidad. Al descubrirlo, tal fue su reacción como la de un human: asustado, indefenso, sin saber que hacer.

La criatura se sostiene a mis manos para aferrarse más a mi cintura. Entonces, introdujo su boca animal en mis labios inferiores, exhalando aire, oxígeno, para alimentarme, para satisfacer el llanto tan eterno que había olvidado y provocaba cierto respiro y vibración de burbujas con aroma a mar que provocaba todo mi organismo convirtiendo mis nervios en color rojo, sosteniendo mi respiración en una intensidad azul que expiraba toda decadencia y depravación.

De la nada una turbulencia marina. Mi cuerpo se estremece de miedo y al abrir los ojos nuevamente, veo millones de pulpos pequeños acercándose a mi cuerpo. Sólo observando al rededor, aprendiendo de su padre, mirando a su futura madre y entonces, se lanzaron como aves marina hacia mi cuerpo. Primero destruyendo mis vestidos, luego destrozando mi ropa inferior dejándome desnuda y cubriendo mis pechos, mordiéndolos como si desearan ser amamantados. Uno de ellos se arrojó a mi boca tratando de imitar a su padre otorgándome oxigeno para seguir respirando. Los moluscos me tenían aferra en aquella terrible oscuridad: unos succionando mis pezones, otros tratando de encontrar una entrada por mi ombligo y tres de ellos introduciendo sus manitas entre mis nalgas; y,  sin evitar  mi asquerosa naturaleza humana, las sensaciones me atraparon y provocaron una reacción biológica entre mis piernas.

El pulpo gigante extasiado y sorprendido, comenzó a morderme tratando de destrozar todo pétalo que me pertenecía. De mi sexo salía sangre y sólo podía ver color rojo por doquier. Los pequeños moluscos se cansaron mientras su padre seguía y simplemente se retiraron al no poder obtener nada. Algunos se quedaron para jugar alrededor de mi sangre mientras su padre seguía succionando. Yo trataba de gritar pero donde no hay oxígeno ni cielo, el sonido es sólo vacío una cámara nocturna donde nadie puede escucharte.

Entonces, a la lejanía,  pude ver una luz que se mezlcaba con los colores del actual océano. Pequeñas harpías del mar que llegaban hacia mi cuerpo atraídas por el aroma de mi sangre. Aquellas bolsas de agua que destellaban luminosidad rodeaban mi cuerpo y comenzaron a tocarlo dándome ardores, calores, sensaciones, vida y casi muerte.

Las medusas danzaban descontroladamente alrededor de mi sangre de realeza. Deseaban destruirme para poder ser libres. junto con los demás animales, ellas , entonces, empezaron a envenenar mi cuerpo a saturarlo de su color rojizo, a incharlo para darme la muerte final.

Entonces, de la nada, el gran pulpo se separó de mi cuerpo y comenzó a alimentarse de las medusas.
Estas se alejaban incontrolablemente al no percatarse del espécimen que había estado oculto bajo mío. Mis pulmones comenzaban a dejar de funcionar. El molusco se zarpaba animales por doquier
y mientras mi alma comenzaba a dejar mi cuerpo sentí nuevamente una succión en lo que quedaba de mi sexo. El pulpo se había aferrado nuevamente, pero sin usar su boca y entonces...una neblina negra desató detrás suyo.
La tinta se introducía dentro de mi y cubría todo mi cuerpo. Esta me empujaba fuertemente lejos del fondo del océano para llegar al a superficie. Así que, sin poder querer pensar en mas, solo me desmayé.

- ¿Calypso?... ¿Calypso?.. ¿Estás bien? ¡Despierta!

Desperté confundida en la arena, desnuda, con ronchas pero como si hubieran sido pequeños piquetes... había sido salvada nuevamente.

- Sí.. sí Jasón, estoy bien.. Gracias.. Sólo tuve.. otra visita con Zeus.

martes, 18 de julio de 2017

For what cannot be should not.

For what cannot be should not.

lunes, 15 de mayo de 2017

Moulin Noir / Fragmentado

No sé qué hago aquí. Me encuentro amarrada por completo. Mi cuerpo no pesa... creo que estoy desnuda pero con algo que cubre todo mi cuerpo colgado. Mis manos arden... trato de tocar y sentir que hay, con de mis dedos, y sólo el descubrir de algo puntiagudo que me sostiene en un espacio sin fondo, sin poder ver nada, con la única y total sensación que querer olvidarlo todo.
Trato de recordar lo último que mi memoria preserva y  era sólo las palabras de un anciano con mirada escalofriante por su ansiedad de deseo hacia personas más jóvenes a él ¿Qué había preguntad?, claro... cómo dejar de sentir... de sentir este odio, esta frustración, esta  desesperanza de amor que me cegaba en cada minuto por él… sólo por él, por él, por él…
De la nada siento que toman mis piernas. Las abren lentamente y trato de gritar pero algo cubre mi boca, mis ojos, mi cuerpo, mis manos… todo. Pero con una facilidad para le permite movilizar mi cuerpo… un material algo flexible que rozaba en mis piernas y que se ajustaba como tela blanca. Alguien abre mis piernas inyectando sus uñas entre mis muslos. Comienza a oler mi entre pierna. Podía sentir el vello de su nariz acariciar mis muslos. Una horrible respiración que trataba de robarme algo con cada exhalación. Una exhalación de dragón que rozaba mi epidermis. Con cada inhalación, mi cuerpo sentía que se marchitaba pero con cada exhalación... mi sistema se alteraba, se consumía en sí mismo, sin entender que era lo que sucedía. Entonces, la humedad se desplazaba en forma de lengua entre mis nalgas. A pesar de las vendas en mi boca, yo gritaba por desconcierto por desesperación por deseo y mientras más lamía desde mi esfínter hasta más adentro de mi zona frontal, no evitaba el llorar.
Extrañamente unos besos que trataban leer cada pliego de mis pétalos como un roedor que buscaba donde esconderse. Podía sentirlo incitante merodear entre mi sexo. Lo escuchaba disfrutarlo por sus sonidos de placer, lamiendo y provocándome llorar y mientras más me humedecía, él sólo olfateaba tratando de robar el aroma de mi emoción. Sus labios sostuvieron como tenaza  uno de mis pliegos para luego dar una ligera mordida muy suave y dolorosa, pero excitante.
Todo me daba vueltas dentro de este oscuro espacio desértico llamado mente. No había dirección o gravedad sólo un animal por hombre que con sus manos reconocía una y otra vez la elasticidad de mis órganos y mis sensaciones. Unas sensaciones fecundadas de odio y humillación. Una última mordida, certera e hirviente. Podía sentir líquido resbalarse de mí, mancharse sobre todo mi cuerpo. Un líquido...probablemente rojo, probablemente deslamado y la gravedad regresando a mi cuerpo provocando el sentir de como caía o bajaba o me desplazaba. Entonces sólo agua, un lugar con agua que permitía relajar a mi cuerpo por unos segundos. Pero como si hubiera vivido en la oscuridad del silencio de la nada, ruidos: risas, copas chocando, el aroma del cigarro contaminaba mi garganta, un olor amargo que se sentía en el ambiente y música festiva; carcajadas sobre actuadas y gritos de placer...
Yo sin poder ver, sólo sentía mi cuerpo que se enfriaba en aquella agua que ahora llegaba hasta mi cuello pero que en ningún momento podía tocar con mis pies algún fondo. Luchaba y buscaba donde poder sostenerme y de la nada... sentí que me tomaban otra vez. Por un momento creí que sería otro hombre, pero la sensación de aquello que se aferraba duramente sobre mí no era humano. Varios de sus brazos se aferraban a mi piel, lastimándola y succionando como pequeñas mordidas sobre mis piernas. Uno de aquellos brazos buscaba entre mi cuerpo alguna entrada. Tres de sus brazos se aferraron sobre mis pechos agarrándolos, como si me odiase, inyectando sus pequeñas mordidas en mis pezones, mientras que otro de sus brazos se desplazaba para cubrir todo mi cuello. Éste, él único fuera del agua, podía sentir con más facilidad su aspecto viscoso y animal de mar que no dejaba de aferrarse de mí como si al hacerlo pudiera salvar su propia vida. Éste fue subiendo y comenzó a descubrir las vendas de mi cara liberándome para poder ver.
Una luz incandescente me provocó cerrar nuevamente mis ojos pero tratando de ver más allá de lo que mi imaginación me permitía notaba hombres en trajes, mujeres con plumas, velas, copas, arlequines desnudos, sexos al aire, mujeres desnudas de todo tipo de formas: delgadas, obesas, con tetas grandes, e incluso niñas; hombres musculosos que hacían malabares, un presentador barrigón que sólo usaba un moño y una enorme camisa que le cubría la mayor parte de su cuerpo maquillado como mujer y haciendo anuncios al público. Por un momento creí desmayarme sin poder creer en el lugar que había llegado, el cómo había llegado por sólo desear dejar de sentir toda emoción en mi mente.
Uno de los tentáculos comenzó a introducirse a mi sexo, provocándome despertar. Eran alrededor de seis pulpos gigantes que estaban aferrándose a mi cuerpo, que, sumergido en un estanque de cristal, los hombres y mujeres veían maravillados. Uno de los animales comenzó  a introducirse en mi boca, asfixiándome poco a poco mientras trataba de sobrevivir agitando mis piernas e intentando liberarme de mi amarre en manos. Un señor de traje señaló a uno de los pulpos que, por mis movimientos, se iba introduciendo más y más entre mis vellos. Un acróbata, con un gancho, empezó a buscar en mi entrepierna y sacó al animal arrojándoselo a un cocinero que, en una plancha, comenzó a cocinarlo. El mismo acróbata aprovechó y retiró al pulpo de mi boca obligándome a mantenerla abierta y me introdujo un líquido verduzco que hizo que todo ruido se disipara ligeramente. Había cierto... cierta... extraña emoción que me recorría como si mi electricidad pudiera verlo todo: con frío y calor, el agua, las bestias, incluso sentir como se paseaba la muisca entre mi cuerpo; como tocaba la pecera y la hacía vibrar. Me hacía sonreír, me daba cierto... poder de saber que todo lo podía conocer y predecir.
Los hombres gritaban agitados y un señor musculoso en una finta de tarzan de circo trajo una anaconda mientras me sacaba el acróbata de la pecera. Podía sentir otra vez la sangre pasar por mis brazos a pesar que podía ahora sentir todo de una forma diferente. Mis fuerzas habían desaparecido, no podía moverme. Aquel dulce sabor que me habían dado, se había apropiado de mi cuerpo. El ridículo tarzán tomó la serpiente y la colocó sobre mi cuerpo. La serpiente comenzó a enroscarse en mis costillas y yo se lo permitía. Era como un abrazo excitante que podía sentir cada hueso de su larga fisonomía enredarse en el mío. Podía sentir sus órganos palpitar sus húmedas escamas enredarse y mientras estaba tratando de devorarme el hombre musculoso comenzó a abrirme de piernas introduciendo su pene en mi ano. Sentía su sexo húmedo, excitado, deseoso desde hace horas.
Trataba de meterlo por completo y me escupía. Mientras movía su cadera hacia adelante y atrás de forma constante la anaconda comenzó a salivar y dislocar sus huesos para abrir su boca. Empezó a esconder sus dientes y simplemente introdujo su boca en mi cara. La asfixia era aun mayor pero complaciente. Me estaban matando. Me estaban destruyendo y mientras me sostenía aquel hombre grande rasguñaba mi espalda mientras yo deseaba que el último deseo de liquidación llegara como un orgasmo que jamás hubiera sentido en mi vida. No respiraba, mis costillas se iban fracturando y mis pulmones no podían extraer mayor oxígeno... mi cuerpo se iba enfriando, mi esfínter se relajaba, mis desechos resbalaban entre el sexo de aquel repugnante tarzán de circo mientras que él se excitaba más por la experiencia. Entonces, de la nada, tomó un machete y cortó el cuello de la serpiente. Comenzó a abrir las capas de grasa y músculo del animal para que entonces a través de un orificio pudiera ver mi cara.
Él sonreía, yo respiraba y me parecía delicioso, tan excitante y enfermo que en su momento. Tras una sonrisa de aceptación, el hombre tomó la cola del cadáver y la introdujo en mi vagina. Yo tosía y escupía la sangre de la anaconda. Me dolía, dolía aquella necrofilia. Me hacía recordar cosas, me hacía pensar en Albert y su partida; en como su muerte provocó que mi alma se partiera en dos.
El anciano que había recordado hace poco apareció y sonreía. Retiraba el cadáver de mi cuerpo e introducía sus manos frías y con aquellas largas uñas entre mis pliegues, lo disfrutaba y con sus dientes quebrados y retorcidos mordía mi pecho. Lo mordía con tal de hacerlo sangrar. Lo hacía sin pensar con la verga hinchada y la gente gritando, disfrutando del show. Tomé la mano del anciano, de aquel demonio, que me había invitado a aquel viejo teatro de lo inmoral. Provoqué que sus uñas se enteraran en mi corazón. Su rostro fue inimaginable: angustiado, con miedo, con desconcierto...una total decepción.
Pudo sentir mi corazón y reconocer que detrás de todo este morbo y seducción existía un alma perdida en su propia bondad, en su propio camino de blanco y rojo. El hombre gritó petrificándose en piedra. Mi cuerpo se estremeció y comenzó a incendiarse por voluntad propia. El hombre que me violaba, comenzó a gritar con la verga quemada. Trató de huir mientras todo su cuerpo se incendiaba por el alcohol en sus venas. La gente trató de huir y todos escandalizados trataban  de sobrevivir. Todo se quemaba, mi llanto se convertía en hileras de llamas que provocaban la muerte de todos los individuos y cada uno.
El calor que tanto sentía en mí, el hervir de la sangre que destruía a cada uno. Lo disfrutaba, disfrutaba verlos sufrir, verlos derretirse sus pieles ancianas, verlos llorar y chillar como cerdos. Verlos destruirse a sí mismos por sus voluntades. Todos se desvanecían mientras yo como volcán, desprendía mi última lava en el teatro convirtiéndome en piedra.
La luz del sol dejó ver las ruinas de aquel viejo teatro de lo inmoral y escapatoria de las realidades mientras un ligero humo verde se disipaba con sus rayos.


miércoles, 19 de abril de 2017

The Beast.


Siempre hay gente caminando, todo tiempo alrededor de todo.
Sentimientos vacíos, charlas incoherentes y despiadadas situaciones de egos.
Sólo sonidos con ecos muertos que caen en gris de precipicio. Un azul que devora palabras en el firmamento
y son estas barras que detienen toda apariencia
Sólo un beso seguido por una ligera sonrisa.
Nada más. Llena de vacío de tranquilidad y felicidad.
Pero aquella gama de colores rosas quedan reposando como un sutil decorado de pastel que
sin prisa ni desconsuelo, se derrite a la intemperie de un sol que es inevitable de ignorar
aquella luz que es única en iluminar cualquier camino, mentira o verdad.
Es sólo un deseo de detenerlo, evitarlo a toda costa
refugiarse entre las sombras
mientras me alimento
mientras en vez de besos muerdo pieles
mientras que en ves de acaricias, entierro mis uñas en las ligeras fibras de ductos de sangre.
Aquella bestia que resguarda
todo corazón roto
que promete jamás curarse
que promete estar presente en toda alma destinada al infierno eterno
por el simple echo de jurar amor
en vano.
Jamás uses el nombre del amor en vano
el pecado
que jamás
se nos permitió aprender, sino a su destino indiferente, se nos enseñó a perjurar.
Bien dada la vida por la locura de amar, da el sacrificio de nuestra propia sangre por vivir entre sábanas de seda entintada por nuestros morbosos y lúgubres actos
despiadados, por la bestia que se consume en su círculo de fuego eterno
del cual jamás podrá escapar.

lunes, 27 de febrero de 2017

El Nido

El aroma de un buen día. El sol y las estrellas enfrentándose en un firmamento onírico del día sin día y de la noche sin luna. Todo pintando colores de fantasías de la ignorancia de si existirá un verdadero mañana. Sólo mera transición de eventos, viento, brillo de estrellas y una ciudad que jamás duerme. Está el aire soplando para que la pequeña ave pueda volar pero con la poca energía que le queda trata de caer sobre el nido que se estrecha entre sus pequeñas plumas. Depositando los últimos pétalos que había reunido, acomoda una almohada rojiza para colocar su cabezilla. Cuando el sol comienza a sobresalir en el firmamento, la avecilla simplemente murmura una tierna canción de cuerdas, percusiones, ... simplemente notas. Y mientras su sonar hacía llevar a crear una bella canción de cuna y amor, el nidillo caía con toda fuerza fuera del árbol. Tras la última nota que la feliz ave había conseguido, todo lo que había creado azotó contra el piso: las ramillas cafeces y amarillas no fueron lo suficientemente resistentes para soportarse unidas, estas se destruyeron al instante, así como las verdes hojas recién cortadas que habían cargado el rocío del amanecer para detener la sed. Sólo quedaban los recientes pétalos de rosa que había cargado por toda la noche, junto con los viejos pétalos que había atesorado desde que había iniciado su pequeño nido. Sólo quedaba la pequeña ave cubierta en pétalos de rosa carmesí, sabiendo lo que le deparaba al momento de hacer un último canto. En el firmamento era sólo la luz majestuosa de un sol que desvanecía con su calor las ramas y hojas llenas de agua. Lo único que permitía seguir existiendo era el bello cadaver de la avecilla que había cargado sus tiernos pétalos de sangre. Aquella mirada de ojo negro que aspiraba por un mejor futuro: el ave simplemente se veía más pequeño ahora que estaba muerto. Tierno destino.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Anagnórisis Adeline

Observo mi pasado y analizo este presente que me atormenta.
Sabes?... siempre creí amarte o por lo menos aprendí a hacerlo.
Tal vez .. no sé
quizás estas tradiciones de uniones
matrimonios en los que nuestros padres nos acercan con fines de intereses sociales y estatus... están ya muy caducados... o debería ser lo
te amé, mi amado esposo, porque tuve que aprender a hacerlo.
No niego que jamás me faltaste el respeto
y tampoco deseo exigirte algo
creo, que has sido el ser humano que más me ha amado y respetado
y eso lo valoro con lo poco del corazón que me queda.
y eso, ya es decir mucho
*se escucha una ligera sonrisa humana*
Pero nunca tuve la opción de elegir.
nací siendo una mujer
que sin elección y sin una verdadera emoción, podía tomar algún camino
y es ahora, precisamente, que me encuentro en una de las encrucijadas más grandes de mi vida
y tengo la opción
tengo la opción hacia donde vivir.
y no sólo elegir, sino verdaderamente vivirlo
No creo en el destino, el destino lo han trazado los hombres
nuestros padres
y nuestras normas.
Quisiera creer que así es
porque una vez que haya roto aquel árbol prohibido, llamado destino... podré crear mis propias selecciones.
Y a pesar que he dicho que tuve que aprender a amarte... si hubiera tenido la opción de hacerlo... el aprender no hubiese existido.
Veo hoy mi camino
y siento que la puerta, la jaula o la ventana, ya no están cerradas.
Sólo la luz definirá el camino que esta triste inmortal deberá afrontar.

De Cristal

Sólo una pequeña copa de cristal con una gota de vino que va resbalando en su interior: desde la orilla hacia la parte inferior. Todo negro y oscuro, excepto por el delicado carmesí que se va disolviendo con el paso de su caer. Nada detiene su secuencia de debilitada disolvencia.
Pero de la nada la gota se detiene... firmemente a la altura de pocos pasos para la caída final.

La oscuridad simplemente se transmuta en un silencio azulado y todo se convierte frío. Un frío tan penetrante que permite ver la bella y delgada línea que la gota, ahora rosada, que ha dejado en su pasar. Una bella y delgada línea que acaricia el interior de una copa vacía. Y de la nada... el silencio se rompe con el filo de una gota de vino que despedaza la copa con su último aliento de calor interno.
Sólo cristales rotos en la habitación. El azul, sólo se convierte en un negro desordenado.

Él le da la mano y la sostiene para nunca dejarlo ir.