miércoles, 19 de abril de 2017

The Beast.


Siempre hay gente caminando, todo tiempo alrededor de todo.
Sentimientos vacíos, charlas incoherentes y despiadadas situaciones de egos.
Sólo sonidos con ecos muertos que caen en gris de precipicio. Un azul que devora palabras en el firmamento
y son estas barras que detienen toda apariencia
Sólo un beso seguido por una ligera sonrisa.
Nada más. Llena de vacío de tranquilidad y felicidad.
Pero aquella gama de colores rosas quedan reposando como un sutil decorado de pastel que
sin prisa ni desconsuelo, se derrite a la intemperie de un sol que es inevitable de ignorar
aquella luz que es única en iluminar cualquier camino, mentira o verdad.
Es sólo un deseo de detenerlo, evitarlo a toda costa
refugiarse entre las sombras
mientras me alimento
mientras en vez de besos muerdo pieles
mientras que en ves de acaricias, entierro mis uñas en las ligeras fibras de ductos de sangre.
Aquella bestia que resguarda
todo corazón roto
que promete jamás curarse
que promete estar presente en toda alma destinada al infierno eterno
por el simple echo de jurar amor
en vano.
Jamás uses el nombre del amor en vano
el pecado
que jamás
se nos permitió aprender, sino a su destino indiferente, se nos enseñó a perjurar.
Bien dada la vida por la locura de amar, da el sacrificio de nuestra propia sangre por vivir entre sábanas de seda entintada por nuestros morbosos y lúgubres actos
despiadados, por la bestia que se consume en su círculo de fuego eterno
del cual jamás podrá escapar.