lunes, 9 de noviembre de 2020

De lo que va la Melancolía (Experiencia personal)

 La melancolía es un dolor poco explicable. No puede existir una causa precisa de su existencia; podría llegar a ser, de intentar describirlo, un cúmulo de dolencias imaginarias que se mantienen presentes en el cuerpo y mente toda tu vida. Existe la posibilidad que la causa sea el origen de un terrible mal, pero este mal carcome toda conciencia lógica y se vuelve en una plena emoción que difama todo el carácter del sujeto.

    Sus síntomas nunca serán claros según la persona. Un tema general ante las emociones que se presentan es una angustia ante la soledad: el dolor de estar solo y  la irritación de no poder estar solo. Su esencia es el color azul oscuro, con unos destellos nocturnos de púrpura. Su sentir siempre estará explicado como una profundidad abismal y casi no existe nada que pueda evitarlo. La melancolía, en si, se convierte en un eterno hoyo negro que arrasa con las habilidades del desdichado; por lo tanto, hay una eterna búsqueda por poder levantarse. Aunque, la melancolía, es un ente que se aferra al afectado: su ventaja es abrazarlo, disolverse en sus músculos y huesos y absorberlo, succionarlos hasta dejarlos secos.

    En su mayoría es más fácil quedarse en cama y apagar el dolor con lágrimas. Pero existe una eterna batalla en el querer llorar y que la misma melancolía no te permita dejar salir ni una sola lágrima. La melancolía, en si, no afecta todos los días, pero existen temporadas en las llega o sólo se acentúa. Si llegara a ser así y la persona logra levantarse de la cama, entonces inicia la batalla: todo el cuerpo se convierte en una estructura frágil y sensible; las emociones son muy débiles y volubles, pero la reacción tiene que ser falsa. Es imperativo que la persona pretenda encontrarse bien porque a pesar del dolor, existe la noción de que los demás no tienen la culpa. Es por ende que se necesita, quizás no sonreír, pero quedar callado y aparentar. Es necesario no dejar que el dolor emocional y físico se convierta en algo que lastime a otros.

    La guerra está ahí y no todas las batallas se ganan. Y dependiendo de que tan fuerte sea la melancolía ese día, existe la posibilidad que el simple echo de tratar de caminar te lo impida la enfermedad. Se vuelve en una rutina biomecánica de envejecimiento maligno. Sin importar la edad del sujeto, los músculos se sienten atrofiados y es sólo el hueso el que es capaz de dar movilidad. El sentir de un terrible envejecimiento con todos los males que la persona puede imaginarse puede llegar a ser bastante fastidioso.

    No existe una solución personal para combatir la melancolía. Depende de cada enfermo. El amor puede llegar a ser una esperanza que distraiga a ese ente. El hablarlo y expresarlo es una forma de disiparlo, pero al final, la melancolía, siempre estará ahí convirtiéndose en el peor enemigo y con el paso tiempo se volverá, también, en el mejor aliado que se pueda tener.


La melancolía, es dolor.

domingo, 12 de abril de 2020

El Deseo, el Árbol y la Ruina.

- Cierra los ojos. Imagina que no hay nada ni nadie. Dime, si pudieras pedir un deseo, ¿Qué desearías?

- Desearía que estuvieras frente a mi. Desearía que pudiera mirarte a los ojos y verte de nuevo. Acercarme y besarte. Poder sentir tu cabello en mi cara aunque te sonrojes y te de pena que se alborote cuando estoy presente. Te besaría, aunque no sepas besar. Te besaría, aunque entiendo que tus besos no son iguales a los míos. Sin importar nada, es tu mirada y tu sonrisa lo que me hace quedarme. Es tu silencio y voz interna lo que me provoca querer más de ti.

Desearía,... entonces, estar a tu lado aunque fuese sólo un día mas.

- ¿ Qué harías después de que se cumpliera el deseo? ¿Qué harías si te quedases en soledad en este espacio oscuro y sin nadie con quién hablar?

- Me abrazaría. Me quedaría en plena quietud. Trataría de escuchar si es que existe algo más que yo. Querría descubrir si pudiese escuchar el sonido de un ave volar. Necesitaría oír la risa o grito de algún infante al jugar.

-¿Y si no hay nadie más? ¿Qué harías si te descubrieras en una soledad donde existes sólo tú y nada más?

- Me abriría los brazos para descubrir mis venas. Jalaría cada hilo de mi ser, cada pulsación, cada gota de sangre, cada toque eléctrico que quede en mi cuerpo para construir un árbol de venas. Trataría de plantarlo con el último suspiro que tuviera. Haría de mi corazón la semilla y de mis venas el tronco y ramas.
    Reforzaría el árbol con mis demás órganos. Amarraría con mis intestinos cada fibra y pondría mi cerebro en la punta del árbol... lo colocaría ahí con la esperanza de que algún día pueda ver el sol, pueda ver una esperanza.

Siempre con el corazón resguardado de todo y sosteniendo la integridad de aquel árbol.

Dejaría que palpitara y permaneciera vivo, Hasta que mi última presencia humana desapareciera con el último suspiro de mi alma.

- ¿ Qué harías si no estuvieras en soledad? ¿Que harías si tu primer deseo se cumpliera pero sólo tendría hasta la noche para vivir?

- Eres cruel. Eres muy cruel. No me alcanzarían las horas, los minutos, los segundos, ni el tiempo más lento del mundo para querer estar ante ti y descubrirte y re-descubrirte una y otra vez. Tendría en mis manos tu rostro para estar cerca. Te vería y te inspeccionaría. Memorizaría cada gesto, cada arruga, cada cicatriz, cada lunar, cada mancha con tal de nunca olvidarte.

Eres cruel, eres muy cruel... y a su vez, es la última oportunidad de sentirte y escucharte. Te vería y escucharía. Querría escuchar tu hablar, tus expresiones, tus modismos y sonrisas. Te querría ver con enfado, con angustia y con deseo.Te quisiera aquí en este espacio oscuro de la forma más egoísta que exista para tenerte y no tenerte, para desearte como de mi y a la vez saberte libre de abandonarme si así lo desearas.

Eres cruel, muy cruel. Limpiaría sin cesar tu imagen existente con mi olfato: desde tu ropa hasta tu piel, desde tu cabello hasta tus pensamientos. No me cansaría de ti en ningún momento, porque en ese instante que se que dejarás de existir, sabré que te amo.

Sabría tumbar aquel árbol que hubiese construido para sólo saberte con bien. Arrancaría la semilla, que es mi corazón, para ofrecerla en sacrificio por caer en la cuenta que continuarás aquí. Te abrazaría al final, para convertirme en una enredadera y así absorber tus últimos pulsos y resguardarlos en la memoria de mi cuerpo hasta que la noche acabe con ambos.

- Abre los ojos. Recuerda: yo no existo, eres sólo tú quien has creado aquella imagen de mi que nunca fue.