domingo, 10 de diciembre de 2017

Melancolía

Paredes frías y húmedas. Un anochecer azul donde sólo las cigarras e insectos hacen comandar su armonía. ¿Porqué estoy aquí?, ¿qué fue lo último que recuerdo? Todo se encuentra tan tranquilo en esta oscuridad que me acurruca con su invierno. Pero, entonces, una pulsión que me arrebata el alma.
Una sensación de estrés que me provoca angustia y desesperación: dolor.

Dolor que no había sentido por siglos; dolor ahora, después de estar encerrada; dolor después de haber extraviado mi piel; dolor después de haber extraviado músculos y ligamentos...después de haber muerto.

Me encuentro aquí "viviendo" y la traición de Majárova había sido imperdonable, bruja que maldigo con toda la furia que este sentimiento me resucita. Sólo la emoción, la pulsión, el frenesí,  me hace exaltar y raspar la pared frente a mi. Aquella cama, aquél emparedamiento que me mantenía acorralada entre mi mente, mi feroz infelicidad y el deseo de vivir.

Las rocas caen, la pared se despedaza y salgo a la luz de la luna después de más de un siglo. Veo a mi al rededor excitada, con tan sólo un ojo en mi órbita que me permite sentenciar lo que para mi representa el futuro. El presente.

Darvulia... tus pastelillos hicieron su trabajo pero no como yo habría querido. Cuando te tenía en este mi castillo, que ahora se encuentra en escombros, tu tarea era mantenerme joven, pero ahora noto que lo único que permitió tu hechicería fue prevalecer este cuerpo, atrasar el paso de su  descomposición... mantenerme aún conservada ante los ojos de un dios vengativo... y ahora sigo viva a causa de mi orgullo y mi notable uso de la magia negra a la que me exigías nunca adentrarme.

Majárova... bruja negra, bruja dragón, bruja loba, bruja que te arriesgaste a usar tu antigua magia en mi... ¿acaso fui sólo experimento? usar sangre de virgen jamás permitió que al verme en el espejo me mantuviera joven.. me mantuviera como el mismo día que Thurzó murió. Es sólo esta desesperación que tras siglos de sobrevivir muerta en un cuerpo vivo, ahora soy un monstruo, un cadáver que apenas logra caminar y arrastrarse ya que ha perdido sus funciones vitales... pero que a pesar de todos estos años mi cuerpo se conserva y no es sólo polvo.

Frente a mi... un cuerpo, una bella mujer con un hoyo en el cráneo...algo en lo último de su escencia me hace llamar. Me arrastro hacia ella. Toco su cabello ensangrentado... y mi cuerpo se electrifica al momento del tacto. Como loba y asesina, mi instinto me lleva a morder el cuerpo de aquel ser moribundo. Mis colmillos se entierran para permitir la sangre brotar y mi gusto comienza a resucitar un sabor que había probado hace sólo unos momentos por accidente.

Comienzo a rasgar la piel blanca y terza de la joven muerta. Sólo frío y calor se apodara de mi cuerpo
para terminar en una impertinente excitación. Mi lengua carcomida por el tiempo,recorre todo el cuerpo que ahora es rojo, un hermoso color rojo que baña mi viejo cuerpo momificado. La sangre... la sangre que alguna vez estuvo viva y que tomé cálida y fresca... ahora está fría... y mientras este frío invita a la muerte a llevarse el alma de la joven doncella, la maldición de Majórova recorre mis venas llevando mi cuerpo a recuperar lo perdido.

El sabor de los pastelillos de setas y hierbas de Darvulia se impregnan en mi paladar. Siento como mi cuerpo recupera su forma ante mi último recuerdo y como el hambre se aloja en mi mente. Simplemente respiro profundamente y observo al horizonte. Reconozco el cuerpo de la virgen que está a mis pies reconociendo el acto de asesinato y violación...

He regresado y veo que la luna me recibe llena de dicha en este nuevo siglo. Tendré que ver este nuevo futuro y evitar los espejos que me muestran un pasado que prefiero no recordar. Tendré que buscar a mi familia, a los hijos de mis hijas para descubrir lo que nuestro futuro, mi amado Thurzó, repercutió a nuestra familia. Nuestros enemigos pagarán por sus actos, nuestro nombre será reconocido nuevamente y mi alma no descansará hasta encontrar la paz que merecemos. Al fin y al cabo es mi maldición, la melancolía, la que siempre me mantendrá viva.