domingo, 9 de septiembre de 2012

Corset


Otra noche tan oscura como las demás.. un tinte rojo entre las sábanas del cuarto que hay que ocultar.
Lavar, secar... rápido, a los clientes no les gusta ver y olerlo.. a mi tampoco aunque ya me he acostumbrado.
- Stephany más sábanas por favor. Hoy usaremos las de seda.
El espejo. Nuevamente tú mi querido amigo. Si pudieras hablar y dictar todo lo que has reflejado en esta recámara.
Jamás me gustaría escucharlo pronunciado por tus cristales...
Pero es hora de seguir.
Delineador negro.
Polvo.
Toda una nube extraña de aromas que se esparce en esta habitación. Siempre tratando de ocultar lo más maravilloso: a mi.
Por último.. un carmín delicado en mis labios y entonces tú entras inesperadamente.
- No te esperaba esta noche... no pronuncias palabras, como siempre. Se me hace tarde, por favor retírate.
Pero no te vas, sólo me ves.
Detesto tu presencia porque no sé que hacer cuando me observas de esa manera.
- Ayúdame entonces.. pásame el corset.
Te acercas tan estrépitadamente y me colocas mi armadura. Me abrazas. Me besas y oprimes entre los lazos de este fierro femenino, mi esqueleto. Jalón tras jalón me das la figura que todos esperan y entonces... te apoderas de mi. Inspeccionas esta nueva silueta falsa... y succionas mi esencia a través de aquel beso tan disipado de tu aliento. Tu mano recorre el bordado del corset negro. Tus uñas rasgan mi delicada piel. Mi cabello juega entre tus hombros y mientras más me besas más caliente la habitación se va sofocando. Me sostienes, me deslizas entre las sábanas. Tan inesperado es todo esto. Sin razón, sin forma de pensar las cosas, sólo es estallar. Despedazas mi vestuario. Quebrantas cada ojal de ocultamiento.
Sin farsas, desequilibras el esqueleto que me ayudaste a formar y muestras mi verdadero cuerpo. Tu mano recorre mi boca y yo sin pensarlo trato de fusionarme contigo. El carmín se esparce y se mancha, se distorsiona.
Me tomas, me besas, me acaricias, me desatas, me desnudas en totalidad y me penetras con aquellos movimientos tan suaves que se convierten en una furia devastadora.
El llanto es inevitable y los ríos que se esparcen entre mi mirada, va limpiando este maquillaje tan falso y desesperante que había creado antes de tenerte.
Y desnuda, unidos en un momento tan complaciente... te vas.
Me dejas sola y rota sin nada con que protegerme... y sin nada con que ocultarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario